¡Se va¡. Gerard Piqué se retira del fútbol.
Lo hace pillando con el pie cambiado a todos, al más puro estilo Gerard Piqué, y lo hace quizás no en el momento que debió hacerlo, pero quizás lo hace cuando más lo necesita él.
En los últimos años y, sobre todo, en los últimos meses, quien escribe ha sido tremendamente
crítico con Gerard y lo he sido porque Gerard muchas veces hacía lo contrario de lo que Piqué
pregonaba. Solo basta con recordar sus declaraciones tras perder en Lisboa 2-8 o charlando
con Ibai en Twitch.
Su final se ha visto empeñado por firmar un contrato abusivo con el club
con nocturnidad y alevosía, por la imagen dada en aquel documental del club donde hablaba
de salir de fiesta con o sin permiso de Valverde, por reconocer que dormía solamente 4 horas
para poder estar en todos sus compromisos tanto futbolísticos como empresariales, sin
mencionar todo el ruido por la Supercopa de España o la última negociación de rebaja salarial
donde se rompió todo cuando solo faltaba la firma.
Hay que reconocer que pese a todo este ruido e imagen muchas veces cuando el Barça lo necesitaba pasaba de ser Gerard a convertirse en Piqué y volver a ser ese central infranqueable y de una elegancia muy pocas veces vista en el césped del Camp Nou. Para el recuerdo siempre nos quedará aquella imagen ya símbolo del barcelonismo del 5-0, la del 2-6, fumando tras ganar en Berlín 3-1 a la Juve o con la imagen que más queráis de un futbolista de época, del que ha sido por merecimiento propio el mejor
central de la historia del club.